martes, 3 de agosto de 2010

#44

- ¿Cómo te has hecho eso? -preguntó Erva, machacando unas hierbas de extraño olor en un cuenco.

- Bueno... -el chico de pelo claro giró el brazo con una mueca, observando la herida. Era profunda, estaba oscura e infectada-. Me atacó un verminio en el bosque. Pero Irýth le lanzó un hechizo de fuego...

- Leet, eres un inútil -dijo la aludida.

- No soy eso -replicó el otro con calma-. No lo vi venir porque estaba ocupado atendiendo a tus tonterías.

- ¡Me había quedado atrapada entre unas ramas!

La discusión tomó un volumen considerable y sus voces se sobreponían en un revuelto ruidoso de gritos. Erva frunció el ceño y les observó con aburrimiento.

- Esto... -empezó a decir, pero la pareja seguía discutiendo-. Vosotros... ¿estais juntos?

Los dos giraron la cabeza en su dirección e hicieron una mueca.

- ¡¡No!! -dijeron al unísono.

- Es que nos conocemos desde niños -explicó el chico con una mirada de comprensión y una media sonrisa irónica. Ella se cruzó de brazos y miró por la ventana.

Erva se limitó se limitó a abrir un poco los labios con un mudo "Ah".

La curandera se acercó al herido y se sentó a su lado. Presionó firmemente el tajo y observó el líquido oscuro que supuraba.

- Mmmh... Está muy feo -dijo-. ¿Cuánto hace que te mordió el verminio?

- Dos días. Pero estábamos en el bosque y no tenemos ni idea de hierbas curadoras ni hechizos sanadores.

- Lo mió es la magia negra -apuntó la pelirroja, como disculpándose.

Erva untó el mejunje sobre la infección y el chico resopló.

- Escuece un poco -le advirtió-.

- Ya lo veo -contestó, sarcástico-.

En ese momento, la puerta se abrió de golpe y tres hombres fornidos irrumpieron en la botica, llamando a Erva a voces. Ella se levantó rápidamente.

- ¿Qué ocurre? - se fijó en que uno de ellos llevaba a un joven desmayado en volandas-.

- Es este chico -respondió el hombre que lo tenía en brazos-. Una bestia del bosque lo atacó.

Erva se aproximó al joven, que seguía inconsciente, y le abrió la camisa descubriendo un profundo corte que atravesaba todo su pecho y su vientre.

- ¡Llevadlo a una cama! Enseguida voy -se dio la vuelta para dirigirse a los otros dos-. Esa pomada, tienes que dártela cada dos horas. Tendrás suficiente hasta por la mañana, entonces haré más.

- Entendido.

La curandera los miró reflexionando unos instantes mientras se limpiaba las manos en el delantal.

- Será mejor que paséis la noche aquí -dijo-.

Después de dejar a los dos amigos atrás, atravesó el pasillo hasta llegar a la sala de las camas, donde los hombres habían depositado al herido.

- Se ha despertado -dijo uno de ellos-. Dice que se llama Vaahl.

Erva acudió a su lado y le quitó la camisa, lo que le causó un agudo dolor.

- Lo siento -se disculpó. Echando un vistazo a la herida, juzgó que era demasiado grave como para demorarse más-. No hay tiempo para discutir el precio. Voy a lanzarte un hechizo, ¿de acuerdo?

Él la miró, respirando con dificultad. Sus ojos negros estaban inyectados en sangre y los mechones oscuros de su pelo se le pegaban a la frente.

- Diles que se vayan... -le pidió-.

- ¿Cómo?

- Por favor...

Erva se dirigió a los hombres.

- ¿Podéis marcharos?

Sorprendidos y confusos, no se movieron. Ella los apremió y prácticamente los empujó.

- Por favor, salid de la habitación -los echó y les cerró la puerta en las narices.

Cuando se dio la vuelta, se encontró con una enorme pantera herida en la camilla que la miraba suplicante. Tremendamente sorprendida, se arrimó a la puerta que acababa de cerrar y susurró:

- De todas las cosas que hay en el mundo... Lo último que me esperaba hoy era un metamorfo.


Samos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como ya te he dicho, si el principio es similar a esta entrada me gustará ;3
(Me despiertan bastante curiosidad estos personajes, la verdad, sobre todo el metamorfo o.o)

Besoooo ^^