- ¿Cómo te has hecho eso? -preguntó Erva, machacando unas hierbas de extraño olor en un cuenco.
- Bueno... -el chico de pelo claro giró el brazo con una mueca, observando la herida. Era profunda, estaba oscura e infectada-. Me atacó un verminio en el bosque. Pero Irýth le lanzó un hechizo de fuego...
- Leet, eres un inútil -dijo la aludida.
- No soy eso -replicó el otro con calma-. No lo vi venir porque estaba ocupado atendiendo a tus tonterías.
- ¡Me había quedado atrapada entre unas ramas!
La discusión tomó un volumen considerable y sus voces se sobreponían en un revuelto ruidoso de gritos. Erva frunció el ceño y les observó con aburrimiento.
- Esto... -empezó a decir, pero la pareja seguía discutiendo-. Vosotros... ¿estais juntos?
Los dos giraron la cabeza en su dirección e hicieron una mueca.
- ¡¡No!! -dijeron al unísono.
- Es que nos conocemos desde niños -explicó el chico con una mirada de comprensión y una media sonrisa irónica. Ella se cruzó de brazos y miró por la ventana.
Erva se limitó se limitó a abrir un poco los labios con un mudo "Ah".
La curandera se acercó al herido y se sentó a su lado. Presionó firmemente el tajo y observó el líquido oscuro que supuraba.
- Mmmh... Está muy feo -dijo-. ¿Cuánto hace que te mordió el verminio?
- Dos días. Pero estábamos en el bosque y no tenemos ni idea de hierbas curadoras ni hechizos sanadores.
- Lo mió es la magia negra -apuntó la pelirroja, como disculpándose.
Erva untó el mejunje sobre la infección y el chico resopló.
- Escuece un poco -le advirtió-.
- Ya lo veo -contestó, sarcástico-.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe y tres hombres fornidos irrumpieron en la botica, llamando a Erva a voces. Ella se levantó rápidamente.
- ¿Qué ocurre? - se fijó en que uno de ellos llevaba a un joven desmayado en volandas-.
- Es este chico -respondió el hombre que lo tenía en brazos-. Una bestia del bosque lo atacó.
Erva se aproximó al joven, que seguía inconsciente, y le abrió la camisa descubriendo un profundo corte que atravesaba todo su pecho y su vientre.
- ¡Llevadlo a una cama! Enseguida voy -se dio la vuelta para dirigirse a los otros dos-. Esa pomada, tienes que dártela cada dos horas. Tendrás suficiente hasta por la mañana, entonces haré más.
- Entendido.
La curandera los miró reflexionando unos instantes mientras se limpiaba las manos en el delantal.
- Será mejor que paséis la noche aquí -dijo-.
Después de dejar a los dos amigos atrás, atravesó el pasillo hasta llegar a la sala de las camas, donde los hombres habían depositado al herido.
- Se ha despertado -dijo uno de ellos-. Dice que se llama Vaahl.
Erva acudió a su lado y le quitó la camisa, lo que le causó un agudo dolor.
- Lo siento -se disculpó. Echando un vistazo a la herida, juzgó que era demasiado grave como para demorarse más-. No hay tiempo para discutir el precio. Voy a lanzarte un hechizo, ¿de acuerdo?
Él la miró, respirando con dificultad. Sus ojos negros estaban inyectados en sangre y los mechones oscuros de su pelo se le pegaban a la frente.
- Diles que se vayan... -le pidió-.
- ¿Cómo?
- Por favor...
Erva se dirigió a los hombres.
- ¿Podéis marcharos?
Sorprendidos y confusos, no se movieron. Ella los apremió y prácticamente los empujó.
- Por favor, salid de la habitación -los echó y les cerró la puerta en las narices.
Cuando se dio la vuelta, se encontró con una enorme pantera herida en la camilla que la miraba suplicante. Tremendamente sorprendida, se arrimó a la puerta que acababa de cerrar y susurró:
- De todas las cosas que hay en el mundo... Lo último que me esperaba hoy era un metamorfo.
Samos
martes, 3 de agosto de 2010
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1 comentario:
Como ya te he dicho, si el principio es similar a esta entrada me gustará ;3
(Me despiertan bastante curiosidad estos personajes, la verdad, sobre todo el metamorfo o.o)
Besoooo ^^
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