miércoles, 5 de mayo de 2010

#2

El doctor Moretti y el inspector entraron en la habitación de las Supernenas. Allí estaban las tres, Ambrosia y Carmen jugando al parchís, Rosario comiéndose un yogur y el marido de ésta leyendo el Marca.
- Señoras... - se aventuró el doctor-. El inspector Rodríguez quiere hacerles unas preguntas...
- ¿Unas preguntas sobre qué? - dijo Ambrosia, agitando el cubilete.
- Sobre la niña...
- ¿Qué niña? - dijo Carmen.
- Pues la niña... la loca.
- ¿Qué loca? - dijo Ambrosia.
- Señoras, señoras... - interrumpió el inspector-. Se trata de una joven que está aquí internada, como ustedes. Se llama Renata Gutiérrez. ¿Podrían hablarme ustedes sobre ella?
- ¡Oh! Esa chiquilla... - dijo Carmen-. Debe de haber un error. Esa pobrecilla no está loca, tiene un desorden gastrointestinal, ¿sabe? Por eso lleva aquí tanto tiempo...
- Me temo que se equivoca usted... ¿cómo se llama?
- Carmen.
- Sí, doña Carmen, eso. Esta muchacha, lo que tiene es un desorden mental. ¡Está loca! No sé si lo sabe pero ha pasado por una experiencia traumática y ¡ha matado a un hombre! Comprenderá que la cosa no puede quedar así; Tiene que ingresar de inmediato en un centro psiquiátrico y...
- ¡¿Loca?! - gritó de pronto Rosario, que con el impulso hizo volar por los aires la cuchara manchada de yogur-. ¿Loca ha dicho usted? ¡¿Pero usted qué se ha creído?!
La anciana mujer se levantó de golpe y el yogur se derramó por su camisón. Su marido acudió rápidamente a limpiar la mancha pero ella lo rechazó con el bastón.
- ¡¿Cómo se atreve...?! ¡Asesina, dice...! - exclamó, apróximandose al doctor y al inspector, que estaban en la puerta.
- Charito, Charito, ven aquí, acábate el postre... - la llamaba su encorvado marido.
- ¡Tú cállate! - y se volvió al doctor-. ¿Asesina...? ¡Asesinos ustedes, panda de matasanos! ¡Y ustedes, -refiriendose al inspector Rodríguez- atajo de vampiros son ustedes!
- Rosario, ande, siéntese y termine de comer... - dijo el doctor con voz cansina.
- ¡Quíteme las manos de encima, Moríte!
- Es Moretti... - contestó el joven doctor con la misma voz aburrida y desganada, mientras la señora atravesaba la puerta y se iba por el pasillo, cojeando de la rodilla mala.
- ¡Un manicomio dice! - se la oía exclamar en el pasillo-. ¡Un manicomio, el asustaviejas del doctor argentino de los pelos largos! ¡Já!
En la habitación, mientras Rosario iba dando berridos por el corredor, Ambrosia y Carmen seguían con los cubiletes en la mano, el tablero sobre su regazo, el marido de Rosario aprensurándose a salir tras ella, el inspector Rodríguez impresionado, y el doctor Moretti aburrido.
- ¿Ha visto usted, doctor Macizo? - dijo Ambrosia con voz suave-. Aquí la única que está de manicomio es Rosario...
Agitó el cubileté y tiró el dado.
- ¡Ah, Carmen, te como! Cuento veinte.
- ¡Oh, canastos!



Lluvia fría

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y tan loca, ya lo creo que sí. Para atar, vamos xD

Un kiss :)

Sasa dijo...

"¡Oh, canastos!"

Este ya lo había leído, para variar xD Me merezco un tiro o algo ;;