#18

Él se incorporó y buscó algo bajo el mostrador.
- ¿Quieres chocolate? - dijo, tan tranquilo, mientras rebuscaba por ahí debajo.
- ¡¡Sí...!! Digo.... ¡¡¡NO!!! ¡¡¡ESTOY ENFADADA CONTIGO, NO ME HABLES!!!
Volvió sus ojos inexpresivos hacia mí otra vez. Cada vez que hacía eso, cada vez que me miraba así, sabía que acabaría perdiendo, hiciera lo que hiciese, y no lo soportaba... aunque tampoco quería dejar de mirarle, por alguna razón.
Manteniendo su rostro inmutable, alzó una mano y lanzó algo. Una onza de chocolate salió volando por los aires haciendo una parábola perfecta. Calculé, cogí impulso, y cacé el dulce al vuelo al grito de "¡JÁ!".
Entonces me di cuenta de que estaba espatarrada de nuevo, con los brazos en alto y el chocolate en las manos. Luego vi que Luca no se había movido un ápice. Luego levantó levemente la cabeza y las cejas.
Me sonrojé una vez más, pero esta vez no chillé: me limité a comerme el chocolate. Luca se relajó, me miró con dulzura y sonrió, retirándose a la trastienda. También odiaba que hiciera eso. Odiaba sentirme tan estúpida y nerviosa en su presencia.
- Dame más -dije.
- No hay más -le oí decir desde la trastienda.
- ¡Claro que hay más!
- No hay más.
- ¡Pero bueno!
Puse los brazos en jarras y el apareció de nuevo, apoyado en el marco de la puerta de la trastienda.
- Dame más -repetí-.
No respondió. Se limitó a dirigirme otra de esas miradas profundas que tan nerviosa me ponían.
- ¡¿Es que nunca te enseñaron modales?! -chillé-. ¡¿Nunca te dijeron que debes darle chocolate a una dama cuando te lo pida?!
- ... Creo que esa clase me la perdí.



No moriré del todo.